En este mundo en que vivimos actualmente,
plagado de conflictos, discriminación racial y religiosa, ambiciones políticas
y crisis económicas, por mencionar tan sólo algunos de los problemas que lo
aquejan, existe un oasis que pretende superar a todos ellos convirtiéndolo en
un paraíso digno de una de las utopías de Platón.
Su nombre es Auroville y se
encuentra enclavado en Tamil Nadu al sur de la India y a pocos kilómetros de la
costa de Coromandel.
La idea de construírla nació
en la mente de Mirra Alfassa, más conocida como “La Madre”, discípula de Sri
Aurobindo el místico hindú que adquirió gran renombre durante la primera mitad
del siglo XX.
En realidad, Auroville es una
ciudad ideal dedicada a experimentar la unidad dentro de la diversidad entre
todos los seres humanos.
Entre sus metas están: La
transformación y elevación de la consciencia, la investigación sobre la vida
sostenible, el cuidado del medio ambiente, y en general, el de las necesidades
sociales, culturales y espirituales de todos los habitantes de este planeta.
Con la aprobación del
gobierno hindú y el respalde de la UNESCO la cual catalogó el proyecto como muy
importante para el futuro de la Humanidad, fue oficialmente fundada en 1968 con
el concurso de más de 5000 personas que se reunieron alrededor del árbol Banyan
en el centro de lo que sería una ciiudad trazada en forma circular semejando a
un enorme mandala.
A ésta inauguración
concurrieron representantes de 124 naciones incluyendo a los estados de la
India. Todos mezclaron una muestra de tierra de sus ciudades natales en una
urna blanca revestida de mármol y con forma de loto, la cual está ubicada en el
centro de un gran anfiteatro.
Los residentes de Auroville
provienen de 45 naciones distintas, y son de todas las edades, clases sociales,
religiones, ambientes y culturas. Su población crece constantemente habiendo
superado ya los varios miles.
Alrededor de un área central
llamada de la paz donde hay un gran lago y el anfiteatro ya mancionado,
existe una zona industrial dedicada a
la manufactura, otra residencial combinada en un 50% con parques y áreas
verdes. Luego está la zona internacional que hospedará los pabellones de las
naciones agrupadas por continentes destacando sus contribuciones a la unidad
humana.
Finalmente, la zona cultural
que está dedicada a la investigación aplicada a la educación y a las diferentes
expresiones artísticas sin excluír las actividades deportivas.
Toda la ciudad está rodeada
de un cinturón verde donde se realizan cultivos orgánicos, de huertos, bosques
y se cuida con esmero de la fauna silvestre.
Este hermoso proyecto es como
una pequeña simiente. Algo que los seres de buena voluntad esperan se propague
como ejemplo de lo que puede llegar a ser el mundo del futuro, en una nueva era
de paz, armonía y respeto por nuestra madre Tierra.